Misterios del Santo Rosario
MISTERIOS GOZOSOS (lunes y sábado)
1. La Encarnación del Hijo de Dios.
2. La Visitación de Nuestra Señora a Santa
Isabel.
3. El Nacimiento del Hijo de Dios.
4. La Purificación de la Virgen Santísima.
5. La Pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en
el templo.
MISTERIOS DOLOROSOS (martes y viernes)
1. La Oración de Nuestro Señor en el Huerto.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. El Camino del Monte Calvario.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.
MISTERIOS GLORIOSOS (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Señor.
2. La Ascensión del Señor.
3. La Venida del Espíritu Santo.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los
Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen.
MISTERIOS LUMINOSOS (jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La autorevelación de Jesús en las bodas de
Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a
la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La institución de la Eucaristía.
Misterio Doloroso (1)
La
oración y la agonía de Jesús en el huerto de los olivos.
(Mc. 14,
32-37)
Llegaron
a un lugar llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí mientras voy a orar.» Y llevó consigo a Pedro, a Santiago y a
Juan. Comenzó a llenarse de temor y
angustia, y les dijo: «Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense aquí y permanezcan despiertos.»
Jesús se
adelantó un poco, y cayó en tierra suplicando que, si era posible, no tuviera
que pasar por aquella hora. Decía: «Abbá, o sea, Padre, si para ti todo es
posible, aparta de mí esta copa. Pero no
se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
Volvió y
los encontró dormidos. Y dijo a Pedro:
«Simón, ¿duermes? ¿De modo que no pudiste permanecer despierto una hora?
---
Jesús se revela
como verdadero Dios y verdadero hombre;
sufre y se entrega como hombre sabiendo que lo van a condenar. Sus discípulos "se quedan
dormidos", como nos dormimos los cristianos cuando nos dejamos hipnotizar
por las propuestas del mundo, que nos alejan de los valores del evangelio.
Misterio Doloroso (2)
La
flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
(Mc. 15,
13-15)
La gente
gritó: «¡Crucifícalo!» Pilato les preguntó: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Y
gritaron con más fuerza: «¡Crucifícalo!»
Pilatos
quiso dar satisfacción al pueblo: dejó, pues, en libertad a Barrabás y
sentenció a muerte a Jesús. Lo hizo
azotar, y después lo entregó para que fuera crucificado.
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Fue el mismo
pueblo que lo recibió en Jerusalén con ramos y alabanzas el que gritó
crucifícalo. Como hacemos los cristianos
que, en momentos de euforia y emoción, pensamos seguir a Jesús a pesar de todo
y, ante los inconvenientes y tropiezos, pedimos por su crucifixión.
Misterio Doloroso (3)
La
coronación de espinas.
(Mc. 15,
16-20)
Los
soldados lo llevaron al pretorio, que es el patio interior, y llamaron a todos
sus compañeros. Lo vistieron con una
capa roja y le colocaron en la cabeza una corona que trenzaron con
espinas. Después comenzaron a saludarlo:
«¡Viva el rey de los judíos!» Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían
y se arrodillaban ante él para rendirle homenaje.
Después
de haberse burlado de él, le sacaron la capa roja y le pusieron de nuevo sus
ropas.
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Es la burla de los
que hacen leña del árbol caído. Es el
atropello de la dignidad humana que se reedita en cada bajeza a la que es
sometida una persona cuando se conculcan sus derechos, se los somete a la
injusticia y no se le deja vivir como Dios quiere.
Misterio Doloroso (4)
Jesús
carga con la cruz camino al calvario.
(Jn. 19,
16-17)
Entonces
Pilato les entregó a Jesús para que fuera puesto en cruz.
Así fue
como se llevaron a Jesús. Cargando con
su propia cruz, salió de la ciudad hacia el lugar llamado Calvario (o de la
Calavera), que en hebreo se dice Gólgota.
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La cruz que
cargaron en los hombros de Jesús es más que un pesado madero. Es la condición humana que se ensaña con el
amor de Dios. Jesús "da la cara" por el hombre ante el Padre. Como el hermano mayor que intercede ante los
padres para salvar al menor que hizo una travesura y recibió un castigo. Es como si Jesús dijera: por mis méritos
imploro el perdón por los que pecaron; yo, que he vivido en el amor, no puedo
alcanzar la dicha de ir a la casa del Padre si la humanidad no viene conmigo.
Misterio Doloroso (5)
Crucifixión
y muerte de Jesucristo.
(Mc. 15,
33-39)
Llegado
el mediodía, la oscuridad cubrió todo el país hasta las tres de la tarde, y a
esa hora Jesús gritó con voz potente: «Eloy,
Eloy, lammá sabactani», que quiere decir:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo, algunos de los que estaban allí
dijeron: «Está llamando a Elías». Uno de ellos corrió a mojar una esponja en
vinagre, la puso en la punta de una caña y le ofreció de beber, diciendo: «Veamos si viene Elías a bajarlo». Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
En
seguida la cortina que cerraba el santuario del Templo se rasgó en dos, de
arriba abajo. Al mismo tiempo el capitán
romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era hijo de Dios».
Jesús reza al
Padre en la cruz; y, como buen judío, recurre a rezar con los salmos. En ese
momento de dolor, elige el salmo 22 que el evangelista Marcos cita sólo en sus
versículos iniciales (no lo transcribe completo pues no era necesario). Entonces, no debemos tomar esta oración como
un momento de debilidad de Jesús sino como una oración de esperanza; si Marcos
hubiera citado el versículo 25, por ejemplo, "él no ha mirado con desdén
ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó
cuando pidió auxilio", quienes no conocen el salmo completo, también
verían de forma clara que Jesús confía plenamente en el Padre y no es que se
haya sentido literalmente abandonado.
Misterio Glorioso (1)
La
resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
(Mc. 16,
5-7)
Al
entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido
enteramente de blanco, y se asustaron. Pero
él les dijo: «No se asusten. Si ustedes buscan a Jesús Nazareno, el
crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo
pusieron. Ahora vayan a decir a los
discípulos, y en especial a Pedro, que él se les adelanta camino de
Galilea. Allí lo verán tal como él les
dijo.»
---
La resurrección es
central para nuestra fe; le da sentido a la vida; de otra manera no podría,
siquiera, entenderse la existencia.
Jesús nos abre las puertas de la eternidad y nos indica el camino. Vence a la muerte, que es consecuencia del
pecado, y la convierte en un paso hacia la vida eterna.
Misterio Glorioso (2)
La
ascensión de Nuestro Señor Jesucristo.
(Hech.
1, 8-11)
Pero
recibirán la fuerza del Espíritu Santo cuando venga sobre ustedes, y serán mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los extremos de la
tierra.»
Dicho
esto, Jesús fue levantado ante sus ojos y una nube lo ocultó de su vista. Ellos seguían mirando fijamente al cielo
mientras se alejaba. Pero de repente
vieron a su lado a dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: «Amigos galileos, ¿qué hacen ahí mirando al
cielo? Este Jesús que les han llevado
volverá de la misma manera que ustedes lo han visto ir al cielo.»
---
La resurrección
nos llena de alegría, nos abre las puertas a la esperanza y, si bien es un hecho
para observar extasiados, no debe paralizarnos y dejarnos mirando al
cielo. Jesús resucitado debe ponernos en
movimiento; salir de nosotros mismos e ir a anunciar a todos la buena noticia
de la salvación. Tal como lo hicieron
los discípulos de Emaús cuando reconocieron a Jesús y no dudaron en volver a
Jerusalén a pesar de estar cansados, de los peligros de la noche y de haber
recién llegado a su destino. Un fuego
interior, imposible de apagar, los movilizó para ir a avisar a todos que era
verdad la promesa del Señor y que lo habían visto resucitado.
Misterio Glorioso (3)
La
venida del Espíritu Santo sobre María Santísima y los apóstoles.
(Hech.
2, 1-4a)
Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el
de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose
sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron
a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.
---
El Espíritu Santo,
Dios amor, se entrega a los hombres de una forma nueva. Ya no es la relación
(que se mantiene) del Padre con los hijos, o el encuentro fraternal de Jesús
encarnado (vínculo que también permanece); es la plenitud de Dios que nos
regala sus dones para que podamos llegar a él y comprender su voluntad viviendo
en el amor y en camino a la felicidad definitiva.
Misterio Glorioso (4)
La
asunción de María a los cielos.
(Jn. 14,
1-3)
«No se
turben; crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un
lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo,
para que donde yo esté, estén también ustedes.
---
La asunción de
María es el anuncio de la salvación para todos; no es sólo Jesús que por ser
Dios asciende a los cielos, sino que, María, una mujer sencilla como cualquiera
de nosotros, entra en la casa del Padre. Contemplar este misterio debe movernos
a interiorizar profundamente el llamado a la santidad; María no entra en la
categoría de diosa o semidiosa similar a las mitologías antiguas, sino que
sigue siendo creatura, pero ya plena y santificada.
Misterio Glorioso (5)
Coronación
de María como reina y señora de todo lo creado-
(Lc. 1,
46-48. 52)
María
dijo entonces: Proclama mi alma la grandeza del Señor, y mi espíritu se alegra
en Dios mi Salvador, porque se fijó en su humilde esclava, y desde ahora todas
las generaciones me dirán feliz. El
Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!
Derribó
a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes.
---
Contemplar a María
reina del cielo es una de las grandes esperanzas del cristiano. En María se cumplen las promesas de Dios y
ella nos muestra, con su vida, porqué se la puede llamar feliz; vivió según la
voluntad de Dios y, por eso, es modelo de entrega, fidelidad y alegría.
Así, los que
tienen el corazón abierto a la palabra de Dios y se deciden a vivir según los
consejos evangélicos, pueden acceder a la casa del Padre. Estamos llamados a la vida para siempre, a la
plenitud de la gracia, a empezar a vivir el reino desde la sencillez de lo
cotidiano, con justicia, amor, paz, solidaridad y fraternidad.
Misterio Gozoso (1)
La
anunciación a María Santísima.
(Lc. 1,
26-38)
Al sexto
mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre
llamado José, de la familia de David. La
virgen se llamaba María.
Llegó el
ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está
contigo.» María quedó muy conmovida al
oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María,
porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás
en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será
grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su
antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no
terminará jamás.» María entonces dijo al
ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?»
Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del
Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será
llamado Hijo de Dios. También tu
parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener
familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor,
hágase en mí tal como has dicho.» Después
la dejó el ángel.
---
El mensaje de Dios
es escuchado por María y, con absoluta generosidad, permite que el Espíritu
Santo la cubra con su sombra y, así, queda llena de gracia, embarazada de
Jesús.
Pidamos al Señor,
que su espíritu también nos inunde a nosotros, para que sigamos actualizando el
milagro de ese nacimiento y, por la acción apostólica, el testimonio
evangelizador y el amor a los demás, sigamos haciendo presente a Jesús en el
mundo de hoy.
Misterio Gozoso (2)
María
visita a Isabel.
(Lc. 1,
39-45)
Por
entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad ubicada
en los cerros de Judá. Entró en la casa
de Zacarías y saludó a Isabel. Al oír
Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo y exclamó
en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre! ¿Cómo he merecido yo que venga
a mí la madre de mi Señor? Apenas llegó
tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían
las promesas del Señor!»
---
María, movida por
el amor, sale de la comodidad de su hogar para ir a ponerse a disposición de su
prima Isabel que también estaba embarazada. No se justifica con su propio
embarazo y nos muestra que siempre hay que estar dispuesto para servir a los
demás.
Asimismo, esta
visita es un testimonio claro de que tener a Jesús, estar con él, no es un
tesoro para guardar sino para ofrecer, para darlo a quien más lo necesita, para
ponerlo a disposición de todos.
Misterio Gozoso (3)
El
nacimiento del niño Jesús en Belén.
(Lc. 2,
1-7)
Por
aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, por el que se debía
proceder a un censo en todo el imperio.
Este fue el primer censo, siendo Quirino gobernador de Siria. Todos,
pues, empezaron a moverse para ser registrados cada uno en su ciudad
natal. José también, que estaba en
Galilea, en la ciudad de Nazaret, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada
Belén, porque era descendiente de David; allí se inscribió con María, su
esposa, que estaba embarazada. Mientras
estaban en Belén, llegó para María el momento del parto, y dio a luz a su hijo
primogénito. Lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, pues no había lugar para ellos en la sala principal de la
casa.
---
Jesús, al
encarnarse, asume la condición humana; y lo hace desde la pobreza. No llega al mundo naciendo en un palacio como
un rey poderoso ante los ojos de los hombres; su realeza no es de este mundo y
ya, desde su cuna, marca las diferencias.
El mensaje del evangelio propone otros valores, otra mirada.
Misterio Gozoso (4)
La
presentación de Jesús en el Templo.
(Mc. 2,
22-31)
Asimismo,
cuando llegó el día en que, de acuerdo a la Ley de Moisés, debían cumplir el
rito de la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al
Señor, tal como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será
consagrado al Señor. También ofrecieron
el sacrificio que ordena la Ley del Señor: una pareja de tórtolas o dos
pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre muy piadoso y cumplidor a los
ojos de Dios, llamado Simeón. Este
hombre esperaba el día en que Dios atendiera a Israel, y el Espíritu Santo
estaba con él. Le había sido revelado
por el Espíritu Santo que no moriría antes de haber visto al Mesías del Señor.
El Espíritu también lo llevó al Templo en aquel momento. Como los padres traían
al niño Jesús para cumplir con él lo que mandaba la Ley, Simeón lo tomó en sus
brazos y bendijo a Dios con estas palabras: "Ahora, Señor, ya puedes dejar
que tu servidor muera en paz como le has dicho.
Porque mis ojos han visto a tu salvador, que has preparado y ofreces a
todos los pueblos."
---
Jesús está más
allá de la ley y de las prescripciones y, sin embargo, es presentado en el
templo de Jerusalén como lo indicaba la Escritura. Una vez más, la vida de
Jesús nos enseña que, para encarnarse realmente hay que asumir la realidad en
forma completa y no sólo lo que "nos conviene".
Es el caso, por
ejemplo, de los que dicen querer asumir un compromiso con los más necesitados
pero permanecen alejados de ellos y sólo se acercan con quien hace turismo
hacia la pobreza. O quienes interpretan la palabra de Dios de acuerdo con sus
conveniencias "arreglando" el mensaje para que responda a sus
intenciones personales.
Jesús, en cambio,
asume la vida "de lleno" y con todas sus consecuencias. Más adelante
nos enseñará que la ley está hecha para el hombre y no el hombre para la ley
porque antepone la dignidad de la persona por sobre toda cuestión.
Misterio Gozoso (5)
Jesús
perdido y encontrado en el Templo entre los doctores.
(Lc. 2,
46-51)
Al
tercer día lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la
Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban
asombrados de su inteligencia y de sus respuestas.
Sus
padres se emocionaron mucho al verlo; su madre le decía: «Hijo, ¿por qué nos
has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy angustiados mientras te
buscábamos.» El les contestó: «¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que yo debo
estar donde mi Padre?» Pero ellos no comprendieron esta respuesta.
Jesús
entonces regresó con ellos, llegando a Nazaret. Posteriormente siguió
obedeciéndoles. Su madre, por su parte, guardaba todas estas cosas en su
corazón.
---
Encontrar a Jesús
en el Templo, en medio de los doctores de la ley, enseñando a interpretar la
Escritura, fue un momento especialísimo para José y María. Por una parte,
maravillarse ante la sabiduría del niño. Por otra, ver claramente que su misión
en el mundo estaba marcada por algo divino.
Se entremezclaban
los sentimientos porque comprenden que ese hijo está llamado a grandes cosas.
Allí mismo comienza el aprendizaje de saber que "no es de ellos" sino
de la humanidad. Tal como debe ser nuestro aprendizaje para comprender que las
cosas de Dios no son las de este mundo, y que no hay pérdida si postergamos las
aspiraciones mundanas para conquistar lo divino.
Misterio Luminoso (1)
El
bautismo de Jesús en el río Jordán.
(Mt. 3,
13-17)
Por
entonces vino Jesús de Galilea al Jordán, para encontrar a Juan y para que éste
lo bautizara. Juan quiso disuadirlo y le
dijo: «¿Tú vienes a mí? Soy yo quien
necesita ser bautizado por ti.»
Jesús le
respondió: «Deja que hagamos así por ahora.
De este modo respetaremos el debido orden.» Entonces Juan aceptó.
Una vez
bautizado, Jesús salió del agua. En ese
momento se abrieron los Cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una
paloma y se posaba sobre él. Al mismo
tiempo se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo, el Amado; éste es
mi Elegido.»
---
Jesús es la luz y
el agua que da la vida nueva; quien sacia su sed en él, jamás tendrá necesidad
de otra satisfacción. Contemplar este misterio nos debe llenar de la luz que
necesitamos para superar los momentos de tinieblas que se nos pueden presentar
en el andar cotidiano y colmarnos de una esperanza cierta. Vivir según las enseñanzas de Jesús no
garantiza que no vamos a tener pesares y dolor.
Siempre estarán presente los contratiempos, las enfermedades, las
crisis; sí nos garantiza que, en medio de esas tinieblas, contamos con la luz
de Jesús que jamás nos abandona y nos regala su gracia para superar la
oscuridad.
Misterio Luminoso (2)
La
autorrevelación de Jesús en el milagro de las bodas de Canaán.
(Jn. 2,
1-12)
Tres
días más tarde se celebraba una boda en Canaán de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. También fue invitado Jesús a la boda con sus discípulos. Sucedió que se terminó el vino preparado para
la boda, y se quedaron sin vino. Entonces
la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» Jesús le respondió: «Mujer, ¿por qué te metes en mis
asuntos? Aún no ha llegado mi hora.»
Pero su
madre dijo a los sirvientes: «Hagan lo que él les diga.»
Había
allí seis recipientes de piedra, de los que usan los judíos para sus
purificaciones, de unos cien litros de capacidad cada uno. Jesús dijo: «Llenen de agua esos
recipientes.» Y los llenaron hasta el
borde. «Saquen ahora, les dijo, y
llévenle al mayordomo.» Y ellos se lo
llevaron.
Después
de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no
sabía de dónde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían
sacado el agua. Y le dijo: «Todo el
mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante,
les dan el de menos calidad; pero tú has dejado el mejor vino para el final.»
Esta
señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Canaán de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos
creyeron en él.
Jesús
bajó después a Cafarnaúm con su madre, sus hermanos y sus discípulos, y
permanecieron allí solamente algunos días.
---
¿Qué nos dice
Jesús? ¿Cuáles son las tinajas que
debemos llenar de agua para que él haga el milagro? Cada uno debe conocer y reconocer sus
talentos -sus tinajas- y llenarlas de agua generosamente; con ella, Jesús hará
el milagro y convertirá nuestro "poco" en "mucho".
Los hombres
tenemos la misión de construir un mundo mejor, pero solos, con nuestras
fuerzas, no podemos; necesitamos que Jesús complete la tarea. Debemos poner todo de nuestra parte y confiar
que él hará el resto. Debemos hacer
nuestro esfuerzo y confiar en que "nuestra agua" va a "ser
vino" en las manos de Jesús.
Misterio Luminoso (3)
El
anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
(Lc. 4,
14-21)
Jesús
volvió a Galilea con el poder del Espíritu, y su fama corrió por toda aquella
región. Enseñaba en las sinagogas de los
judíos y todos lo alababan.
Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el
sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura, y le
pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús
desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del
Señor está sobre mí. El me ha ungido
para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los
cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los
oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Jesús
entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos
los presentes tenían los ojos fijos en él.
Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas
palabras proféticas.»
---
La presencia de
Jesús en la historia cambia todo. Nadie
puede quedar cautivo; nada debe cercenar nuestra libertad; ni la manipulación
ideológica, ni los medios de comunicación social, ni la ambición desmedida, ni
la economía despiadada. Nadie debe
permanecer en la oscuridad de la ceguera que impide descubrir y ver el
verdadero sentido de la vida. Ninguna
opresión debe impedir que la persona crezca gozando plenamente de sus derechos
y viviendo con dignidad.
Misterio Luminoso (4)
La
transfiguración de Jesús.
(Mt. 17,
1-9)
Seis
días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los
llevó aparte a un monte alto. A la vista
de ellos su aspecto cambió completamente: su cara brillaba como el sol y su
ropa se volvió blanca como la luz. En
seguida vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús.
Pedro
tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, levantaré aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para
Elías.»
Estaba
Pedro todavía hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una
voz que salía de la nube dijo: «¡Este es mi Hijo, el Amado; éste es mi Elegido,
escúchenlo!»
Al oír
la voz, los discípulos se echaron al suelo, llenos de miedo. Pero Jesús se acercó, los tocó y les dijo:
«Levántense, no tengan miedo.» Ellos
levantaron los ojos, pero ya no vieron a nadie más que a Jesús.
Mientras
bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No hablen a nadie de esta visión hasta
que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos.»
---
¡Qué bien se está
junto a Dios! Dichosos aquellos que son
capaces de percibirlo y sentirse plenos.
Dichosos porque, lamentablemente, no todos están preparados para gozar
de las cosas de Dios, para disfrutar con las cosas de Dios. Quienes pueden colmarse con la plenitud de la
presencia del Señor es porque han ido afinando su espíritu para aprovecharlo;
contemplemos, entonces, la divinidad de Jesús para aprender a gozar con ella
cada día más.
Misterio Luminoso (5)
La
institución de la Eucaristía.
(Mc. 14,
22-25)
Durante
la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se
lo dio diciendo: «Tomen; esto es mi cuerpo.» Tomó luego una copa, y después de
dar gracias se la entregó; y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esto es mi
sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por una muchedumbre. En
verdad les digo que no volveré a probar el zumo de cepas hasta el día en que lo
beba nuevo en el Reino de Dios.»
---
Jesús quiso ser
nuestro pan para quedarse entre nosotros. El pan que es fruto de la tierra y
del trabajo de los hombres; un alimento sencillo, que no cansa aunque se coma
todos los días, sacia el hambre y nutre.
Un producto que es
el resultado de muchas manos que contribuyen a que llegue a la mesa: los que
preparan la tierra, los que siembran, los que cosechan, los que trabajan en los
molinos harineros, los que amasan y cocinan: pan nacido del esfuerzo de muchos
y con destino de comunidad porque el pan que se comparte y reparte es el que se
multiplica.
Jesús eligió
hacerse pan para ser alimento de los hombres; quiso quedarse entre nosotros. Es
un Dios cercano que, con su cuerpo y su sangre bajo las especies del pan y del
vino, permanece acompañándonos en la forma sacramental. Un Dios cercano que es
Verbo y, con su palabra en la Biblia, también está a nuestro lado.
Un Dios cercano
que prometió que cuando dos o tres nos reuniéramos en su nombre, él iba a
hacerse presente dejando así su luz entre los hombres para siempre.
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