Una lágrima:
Es eso que humedece los ojos del mundo, y que el mundo se empeña en ocultar.
Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza y queda atorada en la garganta, apretada en el corazón, comprimiéndonos todo.
Es tan profunda, que no sabemos con certeza de donde nace, ni si podrá morir alguna vez.
A veces una lágrima, cicatriza una herida, lava una pena y ablanda.
Una lágrima:
Es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una interrogante.
Una lágrima:
Puede ser a veces el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación que hace estrechar una mano.
Una lágrima:
Es a veces la gota mágica que hace cambiar por dentro cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda.
Cuando la derramamos en el corazón querido, o en la intimidad de la amistad, la lágrima une, estrecha, funde.
La lágrima transforma, enseña, disuelve los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo en la amistad e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse.
La lágrima descubre.
El que ignora tus motivos, no te conoce.
La lágrima es un don.
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Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Lucas 6:21
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Mateo 5:6
Mateo 5:4
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Mateo 5:6
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